El modelo de prototipos propone construir versiones preliminares del sistema antes de desarrollar la solución definitiva. Esa estratégia permite comprender mejor las necesidades reales del usuario y ajustar el alcance mediante ciclos cortos de validación.
El equipo crea uno o varios prototipos que simulan funcionalidades clave, flujos de trabajo o interfaces. Dependiendo del objetivo se pueden elaborar prototipos de baja fidelidad (diagramas interactivos o maquetas) o de alta fidelidad que ejecuten lógica real. En ambos casos se busca obtener reacciones concretas de los usuarios para decidir la dirección del producto.
Los prototipos pueden ser descartables, cuando se eliminan una vez que cumplieron su propósito, o evolutivos, cuando se van refinando hasta transformarse en el producto final. Elegir una modalidad u otra depende del presupuesto, la tecnología y los plazos.
Al exhibir un prototipo tangible, los usuarios pueden evaluar funcionalidades, usabilidad y rendimiento desde etapas tempranas. Las observaciones recopiladas se incorporan en iteraciones sucesivas hasta lograr consenso sobre lo que realmente aporta valor. Este enfoque reduce la probabilidad de malentendidos y mejora la calidad de los requisitos antes de invertir en implementación completa.
Este modelo es especialmente útil cuando el cliente no puede describir el sistema con detalle al inicio. Mediante el desarrollo de prototipos, la visión abstracta se transforma rápidamente en algo concreto que facilita el debate entre áreas de negocio, usuarios finales y equipo técnico.
Normalmente se emplea en proyectos de innovación, productos digitales orientados a experiencia de usuario o sistemas internos cuyo proceso recién se está redefiniendo. También se vincula con prácticas de diseño centrado en la persona y con metodologías como software prototyping, que ofrecen guías y herramientas específicas para iterar rápidamente.
No existe un único inventor del modelo de prototipos, pero el enfoque ganó visibilidad gracias a la investigación de Barry W. Boehm en la década de 1980 y a la difusión del enfoque Rapid Application Development (RAD) propuesto por James Martin. Ambos demostraron que construir prototipos tempranos reduce riesgos cuando los requisitos son inciertos.
Numerosos proyectos icónicos se apoyaron en esta filosofía. Entre los más conocidos se encuentran:
El modelo de prototipos complementa a enfoques predictivos al reducir la incertidumbre inicial. Una vez aclaradas las necesidades, el proyecto puede continuar con un modelo tradicional o mantenerse en ciclos iterativos según la estrategia de la organización.