La elección de un modelo predictivo debe basarse en indicadores objetivos del proyecto. Evaluar los criterios siguientes ayuda a decidir si conviene aplicar cascada, espiral, prototipos u otro esquema híbrido.
Cuando el alcance es estable y los interesados pueden describir con precisión lo que necesitan, la cascada resulta eficiente. Si existen áreas grises o se anticipan cambios frecuentes, las iteraciones de la espiral o los prototipos permiten absorber ajustes sin penalizar el cronograma.
Los sistemas que involucran nuevas tecnologías, integraciones críticas o niveles de seguridad estrictos requieren validar riesgos técnicos de forma habitual. El modelo en espiral ayuda a constatar su viabilidad mediante prototipos y pruebas de concepto.
Un equipo acostumbrado a documentar, planificar y seguir procesos formales puede aprovechar la cascada. Si el equipo es interdisciplinario y domina la gestión de riesgos, la espiral ofrece un marco robusto. Para organizaciones orientadas al diseño o a la experiencia de usuario, el prototipado es natural.
Clientes con poco tiempo disponible prefieren hitos concretos y aprobaciones puntuales, lo que favorece la cascada. Cuando el cliente está dispuesto a colaborar de forma continua, las iteraciones de prototipo o espiral maximizan el aprendizaje conjunto.
Proyectos con contratos cerrados, licitaciones o presupuestos acotados necesitan planes detallados y control de cambios, característicos de la cascada. Si la financiación es incremental o se busca validar la propuesta antes de invertir a gran escala, la espiral o los prototipos permiten liberar valor parcial y medir el retorno.
Considerar estos factores en conjunto permite seleccionar o combinar modelos tradicionales de forma informada, alineando expectativas y reduciendo riesgos.