Cada vuelta de la espiral recorre cuatro fases que permiten planificar, analizar riesgos, construir y preparar la siguiente iteración. Comprenderlas en detalle ayuda a aplicar el modelo de forma disciplinada y a medir el progreso incremental.
La iteración comienza definiendo metas concretas, restricciones y alternativas tecnológicas. Se revisa el estado actual del proyecto y se eligen los entregables que aportarán mayor valor o reducirán incertidumbre. Este paso crea una línea base clara sobre la cual evaluar los resultados del ciclo.
Con los objetivos en mente, el equipo identifica los riesgos que podrían impedir alcanzarlos. Se estiman probabilidades e impactos, se priorizan y se diseñan estrategias de mitigación. Este paso diferencia al modelo en espiral de otros enfoques, porque orienta la iteración hacia lo que representa mayor amenaza u oportunidad.
El equipo construye el incremento planificado, ya sea una funcionalidad completa, un prototipo evolutivo o una prueba técnica. Se aplican las actividades habituales de análisis detallado, diseño, programación y pruebas, pero acotadas al alcance definido para la iteración. El resultado se valida con usuarios o patrocinadores para obtener retroalimentación temprana.
Antes de iniciar una nueva vuelta se revisan los resultados obtenidos, se actualiza el registro de riesgos y se replanifica el proyecto general. Esta fase cierra el ciclo anterior y alimenta la determinación de objetivos del próximo, asegurando una evolución controlada.
Estas cuatro fases se repiten hasta que el producto alcanza el nivel de madurez esperado. La naturaleza iterativa permite incorporar cambios sin perder la visión global ni el control del riesgo.