La capa de red se encarga de que los datos viajen entre redes distintas, eligiendo la mejor ruta disponible y asignando direcciones lógicas que trascienden el medio físico. Aquí nacen los conceptos de paquetes, enrutamiento dinámico y políticas de control de tráfico que mantienen Internet funcionando a escala planetaria.
Su arquitectura se apoya en protocolos como el Internet Protocol (IP), que define la estructura de los paquetes y cómo deben encaminarse a lo largo de múltiples saltos. Al mismo tiempo, otros protocolos auxiliares aseguran la detección de errores, la resolución de direcciones y la retroalimentación hacia capas superiores.
El direccionamiento lógico separa la identidad del dispositivo (su dirección IP) de su ubicación física exacta. Esto permite mover hosts, reconfigurar redes o cambiar de proveedor sin alterar el funcionamiento de las aplicaciones. Los routers utilizan tablas de enrutamiento para decidir el siguiente salto según la dirección destino.
El direccionamiento IP se organiza en prefijos o redes, lo que facilita resumir rutas (route summarization) y reducir el tamaño de las tablas. Existen dos grandes versiones:
El enrutamiento puede ser estático o dinámico:
Sin importar la estrategia, la capa 3 debe garantizar que cada paquete tenga una dirección de origen válida, una dirección de destino alcanzable y un número de saltos máximo (TTL en IPv4 o Hop Limit en IPv6) que evite bucles infinitos.
Un paquete de capa 3 incluye encabezados que describen el tamaño total, la fragmentación, los servicios solicitados (campo DSCP/ToS) y los identificadores necesarios para rearmar la información en destino. Cada router examina esos encabezados y toma decisiones rápidas sin necesidad de interpretar el contenido de capa 4 o 7.
Las funciones clave de control de tráfico incluyen:
Gracias a estas capacidades, la capa de red convierte múltiples enlaces independientes en una infraestructura coherente, respetando límites administrativos y optimizando el uso de recursos disponibles.
Tres protocolos emblemáticos ilustran el trabajo cotidiano de la capa 3:
Estos protocolos trabajan en conjunto: IP crea los paquetes, ICMP ayuda a comprobar que llegan correctamente y ARP enlaza el mundo lógico con el físico. Entenderlos es fundamental para diagnosticar problemas cotidianos como pérdidas de conectividad, duplicidad de direcciones o latencia elevada.